Sin crisálida
No
supe de mis alas,
hasta
que habían crecido, tanto,
como
para dominar y soportar mi peso en vuelo.
Me
acostumbré al dolor,
entre
las sombras,
en
la ausencia de disfrute,
en
la anti-complacencia sostenida
por
los ruidos de las modas de algunos
y
las imposiciones de otros.
Dormí
aletargada en sueños,
sin
poder despertar a la fe ni a la consciencia.
No
supe que el dolor que padecía
era
el lento transitar de la savia en marcha,
entre
las sutiles cavernas del plano de mis vuelos.
Imaginé
que fui, pero no fui…
No
atendí las fallas ajenas,
hasta
poder reconocer las propias
en
rostros extraños.
Levanté
mi mirada y aún dormía.
No
supe que ese estado de inconsciencia,
se
debía al tiempo del pernoctar eterno, media vida.
No
entendí, que mi niñez de larva muda,
que
mi fragilidad aparente
y
mis ojos de nube tenían que ver con ellas.
No
supe…hasta que las vi en el espejo reflejadas
y
entendí que portarlas sería tan doloroso
como
sentirlas crecer en mi inocencia.
Ahora
que sé que están conmigo,
puedo
planear
por
sobre el cielo infinito de mis ansias
pasadas,
pernoctar
en lo alto, darme al vuelo,
posarme
entre las ramas,
caminar
con ellas escondidas
y
aprontar su amplitud
por
si necesito urgente de la huida.
Porque
la libertad de aprendizaje,
entre
luces y amplios dibujos de colores,
sin
crisálida y a más de media vida,
con
alas o sin alas no es lo mismo.
Volar
siempre contiene lo infinito…
Sandra Gutiérrez Alvez
Salma
Hassan
10/9/11
Este poema fue publicado en mi blog El reino de Seda en la fecha que lo escribí.
https://elreinodeseda.blogspot.com/2011/09/sin-crisalida.html