Del primer instante.
Los amores no dependen de la belleza de
sus actores, más bien de la hermosura del primer instante, ese, en el cual el silencio desprende un gusto inigualable a miel de amor, miel original, única
y misteriosa que ocupa los sentidos y los esclaviza a trabajar en su favor por
un buen tiempo.
Muchos amores tienen comienzos
instantáneos y finales infinitos, uno se enamora en un microsegundo y no sabe
cómo ni por qué le entrega su mente y corazón a un total desconocido, que demora
un millón de instantes iguales en devolvernos la cordura y otro tanto en mostrarnos las
puertas del olvido.
Existen amores raros, agudos y
profundos, que nacen desde la intensidad
de aquel relámpago inicial calando hondo. A otros, los escriben las circunstancias y a medida que el
tiempo pasa, se van haciendo profundos, gota
por gota, poco a poco se afianzan como raíces en suelo árido.
Hay amores
que son collages de idas y venidas unidas con restos rancios de aquellas primeras
mieles, sueños más que amores, pero
amores en fin, porque uno ama.
Igualmente, todos los amores son únicos e irrepetibles, algunos como joyas talladas en una sola pieza, diamantes
engarzados en metales preciosos o argollas de alambre y cuentas de vidrio, fantasías
que pierden su brillo con la primera
lluvia… Pero, por el extraordinario sabor de esa miel prima todos los amores
valen el riesgo de entregarse y perderse, porque el valor de un amor no depende
del tiempo ni de la belleza de sus actores sino de la hermosura del primer
instante.
Salma Hassan
Miles de amores de mil colores, todos inimitables.
ResponderEliminarUn abrazo